Los lectores de cartas recibimos a personas con diversas preocupaciones, algunas más sencillas, otras más complejas, pero todas igualmente importantes.
Nuestro propósito es brindar apoyo y colaborar en la resolución de estos contratiempos a través de los naipes. Por ello, como tarotistas, valoramos profundamente la confianza que se nos otorga.
Confiar en nosotras/os significa plantear las preguntas de manera sincera y directa, sin subterfugios ni ambigüedades. Esto nos permite abordar el enigma de manera más efectiva.
La confianza también se demuestra durante la lectura, cuando el cliente evita poner "cara de póker", como si padeciera el síndrome de Moebius, es decir, no mostrar ninguna expresión en el rostro con la intención de no dar pistas sobre la validez de lo que se dice.
Por otro lado, la desconfianza se manifiesta cuando una persona acude a una tarotista con una sola pregunta, que a menudo se presenta como "en general", con la intención de poner a prueba la habilidad de la lectora/o de naipes. Esta actitud, acompañada de una expresión impenetrable, busca desafiar a la tarotista a adivinar el problema real.
Aunque nuestra función como tarotólogos es proteger y asistir a quienes enfrentan dificultades, cuando alguien se acerca con una actitud recelosa o de sospecha, se vuelve prácticamente imposible ofrecer ayuda. Se erige un muro insalvable entre ambos, y en lugar de alinearse las energías, se disocian, disipándose en la nube de la incredulidad.